Hace un mes una noticia española dio la vuelta al mundo: un pueblo extremeño votó en referéndum que prefería destinar 15.000 euros en una serie de corridas taurinas en lugar de destinarlos, dada la lamentable situación del país, a generar empleo en la localidad.

Las críticas a los ciudadanos de Guijo de Galisteo, que así se llamaba el pueblecito, no se hicieron esperar en ningún medio. Resultó bastante bochornoso asistir a ese espectáculo mientras el país estaba siendo rescatado, la prima de riesgo se encaramaba a límites impagables, los alemanes seguían presionando en favor de la austeridad, los impuestos subían a la misma velocidad en que se recortaban los salarios, el paro seguía en números insostenibles, salían a la luz las trampas asesinas de la banca, los recortes afectaban a sanidad, educación y ayudas sociales, Bankia caía en desastre y arrastraba todavía más la economía española.

Todos, supongo, nos avergonzamos un poco y pensamos que existía una cierta lógica en la delicada situación en la que nos vemos. Si bien es cierto que no comparto la política alemana también lo es que pienso que España muchas veces, demasiadas, ha preferido los toros al compromiso. Lamentablemente. Así pues el referéndum de Guijo de Galisteo se convirtió en un símbolo.

Sin embargo un mes después nos hemos visto arrastrados por la Eurocopa. Y muchos de quienes se alarmaron por la decisión del pueblo extremeño sacaron la rojigualda y decidieron que la roja estaba ahí para darnos las alegrías que nos faltaban, y salieron a celebrar honorablemente los triunfos. Todos sabíamos, todos sabemos, que las primas (no de riesgo en este caso) a los jugadores eran, son, escandalosas. Me da igual que las aporte la federación: yo, que no soy imbécil intuyo que ahí, a esas primas, ha ido a parar mucho dinero público.

Es decir, muchos de aquellos que criticaron hace un mes la decisión de los habitantes de Guijo han hecho ahora exactamente lo mismo: votar toros. Votar pan y circo. Sólo IU levantó la voz diciendo que una cosa era la lícita alegría deportiva y otra el dinero que nos cuesta la broma: primas tributadas en otro país y miles de euros destinados a enriquecer todavía más a jóvenes que ya son ricos (obviamente no son científicos, que esos no tienen otro remedio que emigrar).

Treinta días después del referéndum los que lo criticaron hacen exactamente lo mismo sin darse cuenta: votan toros. España entera ha votado toros. Ha votado fútbol. Ha votado circo.

Como para quitarse el sombrero.