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Monthly Archives: Novembre 2012

Estrés y perspectiva

28 dimecres nov. 2012

Posted by Eastriver in Dossier

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No siempre el estrés es negativo, como no lo son los prejuicios. Recuerdo que hace un tiempo estaba con un amigo psiquiatra (es decir, acostumbrado a analizar la mente humana) y yo le comenté de lo negativo de los prejuicios y los problemas que se derivaban. Él me hizo ver que el prejuicio ha permitido a la especie humana avanzar: si de algo se ha derivado un peligro, lo hemos incorporado como prejuicio para estar atentos la próxima vez que se crease una situación parecida. Lo que seguramente es negativo es no colocar nunca el prejuicio bajo sospecha, ni preguntarnos si el elemento que lo originó sigue siendo motivo de peligro.

Con el estrés ocurre otra tanto. El estrés, como dice el artículo que hoy traigo, no es otra cosa que “una respuesta adaptativa”, un elemento necesario para nuestra supervivencia personal o como especie. El estrés, como el dolor, no son malos en sí mismos: son respuesta a una pregunta que probablemente ni siquiera nos formulamos. Son síntoma.

El investigador colombiano Santiago Rojas (autor del libro Desestrésate) va incluso un poco más allá: en el estrés distingue entre distrés y reutrés. Señala que ya desde la antigüedad se señaló la existencia de un estrés positivo, que nos permite estar alertas, vigilantes, y por tanto nos permite aprender y avanzar, un estrés que saca provecho de las experiencias (el que él reconoce como reutrés) y una estrés negativo, paralizante, creador de traumas, estéril, rodeado de miedo y generador de enfermedades (al que denomina distrés). ¿Por qué el estrés tiene tan mala fama, pues?, le pregunta el entrevistador, ¿por qué lo identificamos solamente con algo negativo? Rojas habla de la tendencia humana a quedarnos con lo malo, a subrayar y sobredimensionar lo malo, a penalizar cualquier forma de tensión. Exactamente lo mismo que hacemos cuando hablamos de colesterol, ese bicho moderno que sin embargo, en su buena acepción, es también necesario.

¿Qué diferencia hay, pues, entre eustrés y distrés? Según Rojas, una sola: cortisona. Que es lo que segregamos con el distrés, y que es lo que nos lleva a esa situación desagradable que reconocemos, genéricamente, como estrés.

¿Y cuál es la manera posible para que lo malo se convierta en bueno (ya hablemos de estrés, de colesterol, o de lo que sea)? En muy pocas palabras: “cambiar la perspectiva de las cosas”.

Podéis leer la entrevista a Santiago Rojas en el siguiente enlace.

Las piezas que encajan

24 dissabte nov. 2012

Posted by Eastriver in Teoritzacions

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El hombre, un periodista deportivo, acudió un buen día a un programa de entrevistas de la televisión inglesa y ahí contó su verdad. Esperaba que todo el mundo le escuchara con respeto e incluso con asombro. Esperaba despertar una brizna de duda en su auditorio, generar alguna pregunta, pero no fue así. Lo que despertó fue un ataque de risa. De repente se dio cuenta de que el público, espoleado por el presentador, se estaba riendo de él.

A partir de aquel momento su vida se convirtió en algo parecido a una pesadilla. Su nombre quedó asimilado al chiste, a la risa, al absurdo, a la locura. No podía ir a ningún sitio: la gente se moría de risa sólo con verle. Le señalaban por la calle. Ponía la tele y los humoristas hacían chistes fáciles. La gente, al escuchar su nombre, no podía evitar la risa. Su gran verdad se había convertido en su gran pesadilla.

Quince años después el hombre volvió al mismo programa. Pero ahora las cosas habían cambiado. En esos quince años algunas personas habían decidido dejar de reírse y escucharle. Y muchos, aunque no estuvieran de acuerdo con él, descubrieron que el hombre de quien tanto se habían reído, tenía razón por lo menos en algunas cosas.

Cuando volvió al programa manifestó que aquella experiencia de quince años atrás le reveló “el nivel de inmadurez” de la gente que se reía absurdamente sin pararse a pensar. Y también “cómo de fácil es para unos pocos controlar a tantos”. La entrevista continuó por esos derroteros, y quedó sin disimular el desprecio del presentador. El entrevistado se zafó con ingenio. Esa era su venganza. Y el tiempo: el tiempo transcurrido.

La gran pregunta que queda por contestar es quién es este hombre y cuál era su gran verdad por la que toda Gran Bretaña se estuvo riendo durante quince años. No lo diré. Tan sólo adelantaré su nombre: David Icke. Y, tras ver el vídeo que os aconsejo vivamente, invitaré a que cada uno busque la información. Sí, cuando yo lo leí por primera vez también me reí, exactamente igual como os vais a reír vosotros. Sin embargo, y sin ser nunca fan absoluto de ninguna religión, actualmente ya no me río, o por lo menos no me río tanto. Queda el interrogante abierto. Lo que han empezado a encajar son las piezas. Y por eso me parece todo tan inquietante.

Votos

20 Dimarts nov. 2012

Posted by Eastriver in Opinió, Política

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El domingo próximo votamos en Catalunya. Y yo creo que el número de diputados catalanistas quedará aproximadamente igual a como está ahora (CIU 62 + ERC 10 + IC 10 + SI 4 = 86 de 135 en la actualidad, el 63,7% del arco parlamentario). Diputados arriba o diputados abajo, creo que las cosas y los tantos por ciento se mantendrán más o menos. Y, sobre todo, no tanto el número de diputados, que eso con la ley electoral que tenemos siempre es engañoso, sino el número de votos directos. ¿No ha cambiado nada, entonces? Bueno, ha cambiado todo. Ha cambiado lo que se conoce como centralidad política. Han cambiado los debates. Pero, sobre todo, una gran parte de los catalanistas se ha decantado por la independencia. Es decir, yo no creo que el número de catalanistas sea mayor ahora que hace dos años. Lo que creo es que esos catalanistas quieren otra cosa.

Al catalanismo político le pierde lo mismo que le pierde a la izquierda: la dispersión del voto. Esto, que es negativo en el momento de tejer una mayoría sólida, es bueno, porque es fiel reflejo de una sociedad plural. El pasado domingo hubo un debate (récord de audiencia, por cierto) en que se juntaron siete partidos con representación alrededor de una mesa. Sin pluralidad no merece la pena iniciar ninguna aventura.

Debido a esta dispersión no creo que CIU saque mayoría absoluta. Si hace dos años los únicos partidos claramente independentistas fueron ERC y SI, ahora deberemos sumarle CIU, que supone el grueso del Parlament.

Pero esos tres partidos (CIU, ERC y SI) más IC, que sin ser propiamente independentista tiene muchos simpatizantes a favor, no son los únicos en que se puede refugiar el voto independentista: tenemos un quinto grupo. Se trata (recordad ese nombre) de las CUP (Candidatura d’Unitat Popular), un partido que no sólo ha dado su apoyo al movimiento de los indignados en Catalunya sino que lo ha nutrido. Las CUP no es un partido al uso que se haya aprovechado del movimiento indignado: las CUP son los indignados, ellos mismos. Y a la vez es también responsable del crecimiento del sentimiento independentista, ya que se vinculó y promovió las consultas populares que nos han llevado al panorama actual.

Tras una campaña tan asquerosa, en que se ha apelado constantemente al voto del miedo, en que se ha acusado sin pruebas (como si no hubiera bastantes argumentos para acusar de otras cosas con multitud de pruebas), en que se están utilizando todos los medios, sobre todo los más zafios, para que el independentismo no avance (¿por qué no prueban a usar un método en positivo, la ilusión por ser español por ejemplo?) no me queda más que pedir que por lo menos, aunque las elecciones no sean del todo libres si lo que está en juego no gusta al Estado, por lo menos se respete la decisión de la mayoría.

Música para acabar: Cal que neixin flors a cada instant, canción emblemática de Lluis Llach cedida por el autor para la campaña de ERC.

La fe no es esperar, la fe no es soñar. La fe es una penosa lucha por el hoy y por el mañana. La fe es trabajo, la fe es dar la mano. La fe no es vivir de los recuerdos. No esperemos el trigo sin haberlo sembrado. No esperemos que el árbol dé frutos sin podarlo. Debemos trabajarlo, regarlo, aunque los huesos nos duelan por el esfuerzo. No nos detengamos en el pasado que ya no existe. Una flor de hoy se marchita antes de llegar a mañana. Es preciso que nazcan flores a cada instante. Enterremos la noche y el miedo. Apartemos las nubes que esconden la luz. Debemos ver con claridad, el camino es largo, y no tenemos tiempo para equivocarnos. Debemos ir hacia adelante sin perder el paso. Es preciso regar la tierra con el sudor del duro trabajo. Es preciso que nazcan flores a cada instante. (Ll. Llach)

La vía muerta

16 divendres nov. 2012

Posted by Eastriver in Coses de mi

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Ya expliqué en una entrada precedente mi aventura con el coche cuando iba a trabajar: volqué y se acabó el coche. A partir de aquel momento me convertí en asiduo de Cercanías Renfe, reconvertida luego en Rodalies, y lo que he vivido en todo este tiempo dentro y fuera de los trenes merece un libro o una película de las de ver crecer la hierba.

Trabajaba por aquel entonces en un pueblo de otra provincia, e iba y venía diariamente de Barcelona. Las clases comenzaban a las ocho, llegaba un tren cada cada hora pero no encajaban los horarios: para poder estar puntual a las ocho en el instituto tenía que llegar a ese pueblo a las siete y cinco. Lo cual significaba que tenía que cogerlo a las seis y cinco. Lo cual significa que tenía que levantarme… en fin. Hay que reconocer que tuve mala suerte.

El invierno era duro, intenso. Me refugiaba todas las mañanas en el bar de la estación y dejaba pasar los minutos, haciendo tiempo para empezar el trabajo. Leía y escuchaba las conversaciones de los trabajadores que en aquellos momentos estaban construyendo el AVE Madrid-Barcelona. Recuerdo que cuando los ministros de fomento de turno aseguraban que el AVE iba a estar listo para 2004 yo sabía que estaban mintiendo (efectivamente, no se inauguró hasta 2008). Me divertía observar a aquellos hombres que de buena mañana desayunaban lo que ellos llamaban, en su mezcla de catalán y castellano, una barrecha. Es decir, un vaso lleno de anís mezclado con coñac. Sutil brebaje que me hizo ver que era un milagro que no muriese más gente de accidente laboral y que en todas las cosas, la responsabilidad a veces es compartida.

Desde el bar de la estación hasta el instituto había unos veinte minutos a pie que podía acortar tomando un atajo: pasando por una vía muerta paralela al tren que desembocaba en la zona de atrás del centro. Con frío, sol, niebla o lluvia salía del bar a menos cuarto, me abrigaba bien y comenzaba a caminar con mi maleta colgada por aquella vía muerta. A veces me sobresaltaba un tren inesperado que pasaba por mi lado, pero no había más miedo. Llegaba, saltaba una pequeña zanja profunda y entraba en el instituto dispuesto a comenzar mi jornada.

Cuando lo conté a mi familia se llevaron las manos a la cabeza. ¿Por una vía muerta? ¿Seguro que estaba muerta de verdad? ¿No iba un día a arrollarme un tren inesperado? Les conté lo poco que sabía sobre la existencia de aquella misteriosa vía pero ellos, a pesar de mi seguridad, no quedaron convencidos. No hay como ser joven para sentirse fuerte.

Una mañana de lluvia intensa tomé mi atajo de todos los días, con la maleta en una mano y el paraguas en la otra. Estaba amaneciendo. Cuando estaba a medio camino, justo a medio, en ese punto terrible en que tienes tanto si vas hacia delante como si vuelves sobre tus pasos, tropecé con alguna piedra y me precipité de morros, largo como un día sin pan, en medio de la vía muerta. Me levanté cómo pude, lancé el paraguas destrozado en uno de los rincones y observé, con verdadero espanto, que no podía mover mi brazo izquierdo. Una sensación extrañísima y muy desagradable. Los futbolistas la experimentan cada tanto y hasta alguno se la repara él solo, pero está claro que yo no soy tan aguerrido. Lo segundo peor fue que tuve que decidir si volver sobre mis pasos o ir al instituto, ambas cosas a la misma distancia. Y lo tercero, comprobar que  la caída no sólo me había lastimado el hombro sino la ropa. Estaba hecho un asco, lleno de barro, con las gafas destartaladas, el brazo inmóvil, sólo en medio de una vía muerta, con el alba despuntando y sin paraguas. Volví sobre mis pasos y supe que debía dirigirme al centro de atención primaria del pueblo, que por cierto se encontraba en la otra punta. Cuando llegué a la carretera y comencé a caminar, no sé si llorando o sencillamente mojada la cara por la lluvia incesante, escuché que se acercaba un coche detrás mío. Me di la vuelta y levanté el brazo bueno, sabiendo que naturalmente no iba a parar. ¿Quién iba a pararle a alguien lleno de barro de la cabeza a los pies y mojado hasta los tuétanos?

Pues me paró ella. Otra salvadora en mi vida. Me abrió la portezuela y me preguntó si podía ayudarme. Me llevó, mirándome preocupada a cada semáforo, como si me fuera a desvanecer de un momento a otro. Me dejó a la puerta del centro y yo, antes de salir, le hice la pregunta inevitable. ¿Por qué me había recogido? ¿Cómo se había fiado de mí, con esa pinta terrible que traía? Me miró muy fijamente y me dijo algo que no he podido olvidar: fueron tus ojos. Los vi y supe que necesitabas ayuda.

Bueno, luego vino lo típico: la desagradable sensación cuando te colocan el hombro a sitio, las radiografías, los treinta días de inmovilidad, la baja, la rehabilitación tan dolorosa y pesada.

Me he preguntado muchas veces de qué forma miré a aquella chica, detrás de mis gafas ladeadas. Pero sí que he pedido una cosa, que espero que me haya sido concedida: la capacidad para saber leer los ojos de quienes te piden ayuda, y estar luego a la altura.

Variación Alí

14 dimecres nov. 2012

Posted by Eastriver in Art, Dança

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Hace un par o tres de años me dio por la danza (como espectador, obviamente). Nunca me había llamado la atención, ni la clásica ni la moderna, hasta que de repente un día decidí asomarme y me encantó. Seguramente no para convertirme en un forofo, pero sí para disfrutar de los buenos bailarines y de las buenas coreografías.

Llegué incluso a ir al teatro a ver una compañía rusa que llegaba a Barcelona con un Lago de los cisnes. Para ponerme al día me descargué una versión inmejorable que dio a entender lo maravillosa que era esa coreografía y esa música. Los rusos que yo vi resultaron ser unos petardazos, las bailarinas se caían, otras se lastimaban, el primer bailarín estaba pasado de quilos, el segundo no podía con su alma, a la bailarina primera se le movía el tutú, acortaron la obra, se daban de codazos en el diminuto escenario, y entre todos lograron no diré cargarse el Lago de los cisnes, pero sí desde luego reducirlo a su mínima expresión. Aquellos rusos vinieron a Barcelona a enredarnos, y nosotros que somos fácilmente enredables creímos que por el simple hecho de ser rusos bailaban de narices.

En aquellos días aprendí que una coreografía se basa en las llamadas variaciones, partes que con pocos o nulos cambios quedan fijadas dentro de esa coreografía. A veces resulta divertido entretenerse en internet y buscar las diferentes variaciones que han hecho los realmente grandes. Hoy quiero fijarme en una que me gusta mucho. Es breve, contundente, y lo suficientemente arriesgada para ser un momento de esos en que todos, intérpretes y espectadores, aguantan la respiración. Es uno de esos momentos que puede encumbrar a un buen bailarín.

Se trata de la llamada Variación Alí de la coreografía de El Corsario, con música de Adolphe Adam y coreografía del gran Petipa. Aquí se puede ver en las sucesivas versiones del norteamericano Joseph Gatti, el ruso Ruzimatov, y dos de los bailarines más míticos de todos los tiempos: Barysnikov  y Rudolph Nureyev. Y, al final, una versión que no desmerece en absoluto cualquiera de las anteriores. De un español, para que luego digan. Ángel Corella, primer bailarín durante muchos años en el Met de NY.

Cuatro columnas

11 diumenge nov. 2012

Posted by Eastriver in Barcelona: arquitectura, Barcelona: espais, Teoritzacions

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Cuando Josep Puig i Cadafalch, el gran arquitecto modernista, levantó en 1919 sus cuatro columnas en la ladera que asciende a la montaña de Montjuïch de Barcelona no podía sospechar que iban a permanecer en pie sólo nueve años. Era evidente que las cuatro columnas simbolizaban las cuatro barras de la bandera catalana y eso no gustó al dictador Primo de Rivera. No atendió a razones (cosa habitual en los dictadores) y por mucho que le contaron que simbolizaban la necesidad de luchar por la lengua, por las costumbres y por la identidad, decidió volarlas. Probablemente lo decidió porque ya lo sabía. El caso es que en 1928 las columnas saltaron en pedazos. Es decir, que el asunto catalán viene de lejos. Y los intentos de españolizarnos, también.

En las siguientes fotografías pueden verse las columnas originales y el momento en el que la última caía (hacia la derecha, si os fijáis).

España encadenó dos dictadores en el siglo XX. Es por ello que en el paréntesis de la República no dio tiempo a volver a levantarlas. Se tuvo que esperar a que se muriera Franco. Se puede pensar que ya en 1976 se volvieron a erigir, pero no. Por un lado, cuarenta años borra muchas cosas, y muy poca gente se acordaba de las columnas. Por el otro, el carácter catalán, normalmente flojo, acomodaticio y conservador hizo que se decidiera no remover las aguas y no molestar a las autoridades. El caso es que hacia el año 1994 se comenzó a hablar de la posibilidad de restituirlas pero se inició un debate político tan sonrojante como la mayoría de debates políticos. Puesto que el lugar de las columnas originales estaba ocupado por la famosa fuente mágica de colores (de la que hablé en mi primer blog) unos proponían colocar las columnas más arriba, otros más abajo, y el PP, tan majos ellos, en un lateral, medio escondidas, para que lucieran bien. Al final ganó la opción de más arriba y en 2010 comenzaron a reconstruirse. Tozudos que somos…

Cierto día de otoño de ese 2010 pasé por ahí cerca (creo que iba a visitar alguna exposición al CaixaForum) e hice la foto de arriba. Poco después, en febrero de 2011, se inauguraron por segunda vez.

Veinte meses después las columnas siguen en su sitio. Es cierto que han cambiado ligeramente la perspectiva de la avenida, con la plaza España a un extremo y el Palau Nacional (sede del fantástico y bastante desconocido MNAC, Museu Nacional) en la otra. Si la gente necesita símbolos y proyectos, los pueblos también. Yo no sé si la independencia es una posibilidad o una quimera. Lo que sí sé es que para que nuestra cultura no acabe desapareciendo somos nosotros quienes debemos luchar. Nadie salvará nuestra cultura desde ochocientos quilómetros de distancia, eso está claro. Debemos salvarla nosotros, lo mismo que son los vascos y los gallegos (y los andaluces, y los valencianos, y todas las comunidades humanas) quienes deben luchar para que sus respectivas culturas no acaben diluidas en otras que es, probablemente, lo que algunos están deseando.

Escucho…

07 dimecres nov. 2012

Posted by Eastriver in Fotomatón

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Ens agraden les viblioteques de vi. Nos gustan las vibliotecas de vino.
… los calambures…
… los secretos …
… lo legal (y lo ilegal, si no te dejan otra) …
… la movida (madrileña o de donde sea) y los bares …
… hacer de la carencia, virtud …
… los nombres contundentes …
… los finales de cuento …
… y el mundo al revés.

La novela del señor Roca

04 diumenge nov. 2012

Posted by Eastriver in Lectures

≈ 22 comentaris

Un día me trajo su novela y me dijo que me la regalaba con la condición de que fuera sincero cuando se la valorase. Llegué a casa y abrí la novela del señor Roca, agradablemente editada y sufragada por él mismo. Contaba las aventuras de una chica, muy guapa y muy rubia. La historia estaba narrada en tercera persona. De hecho, la novela empezaba con un inequívoco: “Ella se apeó del coche” o algo parecido.

A la página siguiente y sin previo aviso modificaba el punto de vista. Así, de sopetón, lo que había sido “Ella se apeó del coche” se convertía en “Una vez hube salido del coche encendí un cigarrillo preocupada”.

Miré el libro. Aquello era ser valiente. Lo primero que pensé es que se había propuesto ir alternando la primera y la tercera persona a lo largo de toda la novela. Así que busqué si el juego de narradores se iba repitiendo en páginas posteriores, y creí atisbar que no. El resto de la novela estaba contado en primera persona. Me acordé del mítico, extraordinario, inicio de Los cachorros, de Vargas Llosa (“Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat”) y me sorprendí gratamente al comprender que esa novelita había inspirado hasta ese audaz punto a mi buen y nuevo amigo, el señor Roca.

Dejé la lectura para más adelante, pensando que me encontraba ante una obra valiente, que se disponía a romper los convencionalismos narrativos. El siguiente día en que me encontré con el señor Roca no pude evitar comentarle su recurso:

– No he leído más que dos páginas – le dije – Pero me sorprendió mucho tu osadía por lo del cambio de narrador.

Puso cara de no entender nada.

– ¿Qué quieres decir? – me preguntó escamado.

– Lo de empezar en tercera persona y, al párrafo siguiente, pasarte a la primera.

Su cara era un poema.

– No sé qué quieres decir – admitió.

Yo no salía de mi asombro.

– Hombre, no me fastidies… Empiezas la novela en tercera persona, contando la historia desde fuera, Ella se apeó del coche y todo eso, y al párrafo siguiente es la chica quien nos la cuenta, ya en primera.

Palideció ligeramente.

– ¿Yo he hecho eso?

No daba crédito. Se supone que una novela se corrige, se mira, se remira, se tienen en cuenta estas cosas.

– Hombre, Roca, la has escrito tú, no me fastidies. No me digas que no te diste cuenta.

Negó, ante mi estupefacción general. ¿Es posible que alguien que escribe una novela no se dé cuenta de que el párrafo inicial es total y radicalmente diferente al resto? Evidentemente no pude esperar a acabar los otros libros que estaba leyendo. A partir de aquel momento todas las prioridades se conjugaron en la novela del señor Roca. Queda mal decirlo, pero no pensaba en otra cosa que en los otros dislates que pudiera haber cometido.

No había más. No de tanto peso, al menos. La novela era una historia de aventuras de ciencia ficción sobre mundos subterráneos y razas de extraterrestres que viven bajo la capa de la tierra. Nada que objetar: no hay argumentos buenos y argumentos malos. El problema estaba en la forma de contarlo. Por un lado la protagonista era una enciclopedia viviente, lo cual no facilitaba la verosimilitud de los diálogos. Alguien le decía:

– ¿Qué es este mundo subterráneo en el que nos encontramos?

Y ella respondía:

– Se trata de Shambalah, un reino mítico escondido en las montañas del Himalaya. Existe una localidad llamada Śambhala entre el río Ganges y el río Rathaprā. Otros identifican la Shambhala mítica con la localidad llamada Sambhal, en Moradabad. En el Bhagavata-purana, del siglo X d. C., dice que el sabio Śukadeva Goswāmī, etc etc etc.

Es decir, la protagonista se expresaba como si estuviera leyendo de la Wikipedia (que es de donde yo he copiado el fragmento anterior).

Y luego había otra cosa que me resultaba encantadora. La protagonista, muy joven y muy rubia, no podía pasar delante de una fuente, piscina, río, mar o charco de agua. El impulso era más fuerte que ella misma. En esos casos, siempre, sin distinción, se deshacía de la camiseta ajustada y los ceñidos vaqueros, y entraba en el agua dejando que ésta acariciase sus pechos y la desnudez sugerente de su cuerpo. Si tenía algún mozo al lado, ambos hacían el amor apasionadamente,  obviamente acariciados por las aguas, y se dejaban llevar por la pasión embriagadora. Le gustaba nadar desnuda, bucear, y el agua siempre dibujaba el contorno de sus senos y los modelaba. Yo iba leyendo la increíble historia: en cuanto me topaba con la palabra agua, río, o cascada, ya sabía que la tía se iba a quedar en pelotas de un momento a otro.

No hay una voluntad censora en lo que he contado aquí. Sólo la voluntad de provocar una sonrisa con una novela que a mí me provocó muchas. El señor Roca no se llamaba, naturalmente, señor Roca, pero la anécdota es totalmente verídica.

De todas formas yo prefiero siempre las malas novelas a las malas intenciones. Y creo que abundan más las segundas que las primeras.

(Justo es reconocer que uno tiene también amigos que escriben muy bien. Como Isabel Martínez Barquero, del blog El cobijo de una desalmada, que en estos días está por presentar su volumen de cuentos Linaje oscuro. La vida está llena de contrastes. Si queréis saber más sobre la obra de Isabel os remito a su entrada.)

Jo

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