El niño retraído que fui, tan tímido, fue dando paso a un adolescente más social. Y poco a poco me vi rodeado de amigos que fui aceptando con la misma naturalidad con que acepté los pocos amigos de mis primeros años. Y creo que puedo ponerle día, e incluso hora, al instante del cambio.
Fue en primero de BUP. Acababa de llegar al Instituto con los nervios esperables y con poquísimas esperanzas de socialización. Resultó sorprendente, por ese motivo, que tras el primer trimestre me invitaran a la cena de Navidad que habían organizado un grupito de clase. Dije que sí, que iría, extrañado de que alguien pudiera querer contar con mi presencia. Y fui.
Fue mi primera cena social. Por eso estuve tan nervioso ya desde el principio. Todo ocurrió muy bien. Me sentí muy cómodo. Pero aquello podría haber sido una excepción, o una flor que no hiciera verano. Podría haber vuelto, tras las Navidades, a mi calculada soledad. No fue así.
En clase, y en el grupito que me había invitado, había un chico encantador, un líder nato. Había sido elegido delegado, naturalmente. Y la impresión que tuvimos en los primeros días se había de confirmar a lo largo del curso: Jesús era el jefe de la manada, él decidía todo, repartía las bulas y administraba los castigos, todo de forma absolutamente natural. Curiosamente (y digo curiosamente porque nunca me he acabado de fiar de ese tipo de personas) Jesús me cayó bien desde el primer momento. Imposible aspirar a su amistad, eso estaba claro. Jesús capitaneaba el grupito de patricios de la clase; ese grupo de elegidos al que puede aspirar solamente quien tiene unas dotes de liderazgo y unas habilidades sociales de las que yo carecía. Me conformaba, por tanto, con ser bien visto, sin esperanzas ni una voluntad definida de entrar a formar parte de los selectos. Parecía que lo estaba consiguiendo pues Jesús fue, según supe luego, quien se empeñó personalmente en que asistiese a la cena en cuestión.
Tras la cena, ya en la calle frente a la pizzería, se pusieron todos a discutir dónde ir y qué hacer. Y a mí me ocurrió lo que me había ya ocurrido algunas veces y me iba a ocurrir muchas otras en el futuro: me agobié. Sentí que ya me apetecía volver a casa. Que la cena había estado bien, que había desplegado mis mejores armas durante un par de horas, pero no me sentía ni con fuerzas ni con ganas para seguir esforzándome para resultar encantador. Algo así como un ataque de soledad apetecida. Y sin darme cuenta, mientras todos hablaban a la vez sobre pubs y discotecas, yo me aparté. No mucho, tan solo unos pasos, decidiendo si ir a donde ellos propusieran o decirles que me volvía a casa.
Y entonces, en ese momento, observé que Jesús me miraba. Mientras repartía palabras y otorgaba puntos a las propuestas no dejaba de mirarme. Al poco se zafó del grupo y comenzó a caminar hacia mí. Se puso a mi lado y me dijo:
– Me gustaría que vinieras. Paloma dice que hay un pub por aquí cerca…
– Es que no sé, no sé si me apetece.
– Somos un grupito de gente muy maja y estaría bien conocernos más y hacernos amigos. Y a mí me gustaría que tú estuvieras. Pero si lo prefieres nos escapamos y nos vamos los dos a tomar unas cervezas – explicó, seguramente con palabras propias de los quince años. Y se quedó a mi lado sin decir nada más. Recuerdo que aquel silencio me convenció, más incluso que sus palabras. Alguien dispuesto a compartir los silencios puede ser un buen amigo.
A partir de aquel día Jesús y yo nos hicimos inseparables y llegó a convertirse en mi mejor amigo de adolescencia, durante muchos años.
Lo curioso de todo es que durante muchos años olvidé ese instante, el instante definitivo, el de Jesús viniendo hacia mí. Y un día, muchos años después, en el duermevela, que es cuando dicen que los recuerdos olvidados afloran de nuevo, apareció nítida la imagen. Jesús saliendo del grupito y viniendo hacia mí para decirme (“Me gustaría que vinieras”) que quería ser mi amigo. El líder indiscutible prefiriendo mi amistad a la compañía de sus fans. En aquel momento supe que en las vidas de todos nosotros hay instantes que acaban siendo decisivos, y que aquél lo había sido. No porque significase, efectivamente, el nacimiento de una amistad que me había de influir tanto, sino porque hizo que yo mismo empezara a considerarme alguien digno de ser tenido en cuenta.
una historia preciosa y normal, y digo normal porque yo creo que si no todos, muchos nos hemos sentido así y entiendo perfectamente lo que quieres decir sobre esos momentos que aparecen en la duermevela. Es un trozo el que cuentas como de mi propia historia. Importaba más que contaran con nosotros y que nos valoraran, seguramente porque nos sentíamos inferiores a los demás. Creo que esa inferioridad nació en nuestra infancia, en el trato con la familia, o simplemente porque puede que lo llevemos en el ADN, no sé, pero me han pasado cosas parecidas a las que cuentas.
Hoy, en la actualidad me siento mejor que nunca y segura de mí misma, creo que nadie es más que nadie, que todos somos válidos e importantes y tenemos que creernoslo.
Un abrazo.
¡Y por qué será que los cri@s semejantes seguimos asemejándonos a lo largo de la vida! Algunos hasta acabamos siendo profesores de secundaria.
Jajjj, menos mal que no soy creyente o te habría dicho que Jesus te había ido a buscar. 😉 Petonets.
Creo que Jesús sabía muy bien que necesitaba. Lo que ya tenia, que era poco o nada, no lo queria. Me ha parecido muy inteligente por ambos lados, y el principio de estas amistades duraderas que muchas veces nos ocurren a todos en más o menos medida. Encuentro extraordinario que naciera en ti el considerarte alguien digno de ser tenido en cuenta. Ramon, sabía de esta frase pero sin saber de quien era. Creo que es muy adecuada para ti y Jesús.
“La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino.” (Karl Wilhelm Von Humboldt)
Ramón: més que un comentari, t’havia escrit tota un disertació sobre els adolescents i les soletats buscades i consentides. Ho he escrit dues vegades,,pero amb aquest ordi, ja em pase de vegades, que sense saber com, ni de quina manera, toco quelcom, que no he de tocar, i busca !!! l’escrit ja ha desaparegut.
fa una rabia qeu no ho saps próu bé. doncs rès. Salud.
” porque hizo que yo mismo empezara a considerarme alguien digno de ser tenido en cuenta” .
Buenisimo relato y un final reflexivo, cuantas veces me he sentido ” invisible” y no por complejidad ninguna; el que tus iguales o no,tengan la delicadeza de demostrarte que si,que te tienen en cuenta, te hace ver la vida más agradable y sentirte acobijado en la masa.
Un abrazo.
” porque hizo que yo mismo empezara a considerarme alguien digno de ser tenido en cuenta” .
Buenisimo relato y un final reflexivo, cuantas veces me he sentido ” invisible” y no por complejidad ninguna; el que tus iguales o no,tengan la delicadeza de demostrarte que si,que te tienen en cuenta, te hace ver la vida más agradable y sentirte acobijado en la masa.
Un abrazo
La necesidad de ser reconocido como parte del grupo, como ser social, es algo que ahora se estudia ya, para ayudar a los chicos de clase. Es curioso como , en otro tiempo, no teníamos más remedio que “buscarnos la vida”.
Y, es cierto que se tardaba en llegar a conclusiones, pero era un aprendizaje para siempre.
El duermevela es una de las cosas más enriquecedoras que conozco, seguramente por ese intermedio entre la realidad y el sueño donde consciente y subconsciente conviven.
Ramón, seguro que todos hemos tenido momentos parecidos a éste que nos han cambiado. Sin saber ni cómo ni por qué, sucede. Y esto es la vida. Un camino lleno de sorpresas. Aunque no siempre sean agradables, me gustan las sorpresas.
Salud y República
Muy a menudo he tenido (y tengo) esos deseos repentinos de soledad, que me gusta mucho. Y paralelamente, todos sentimos esa necesidad humana de ser parte de un grupo, ser admitidos y valorados.
Lo que más me gusta del texto es ese instante del duermevela en que vuelve la imagen. Siempre había estado ahí pero un día, sin aviso ni motivo aparente se nos presenta como una epifanía.
Felicidades por ese relato sencillo y dulce.
Una historia tan real y cercana que, cambiando nombres y lugares, podría haberla escrito yo.
La adolescencia es una época difícil para los jóvenes y para los adultos de su entorno, también. Se sienten perdidos e inseguros y sus cambios de humor son constantes.
Los compañeros, su grupo de amistades son fundamentales para cimentar su personalidad.
Lo has contado muy bien y la reflexión final sobre la necesidad de socialización y ser valorado por los demás, es la base de todo el relato.
Cariños varios, Ramón.
Quina història més entranyable! Jo no se determinar d’aquesta manera tan maca les coses que sento i que em passen….quina enveja!
De totes maneres en aquest fet en concret de pertànyer a un grup crec que mai he tingut conciència de tenir problemes….potser pq era d’un poble petit (300 hab) i era impossible estar sola :).
Petó!
Me parece una maravilla de historia, un reconocimiento de la propia evolución en un ciclo de la vida tan singular e importante. Ese empuje que te dio Jesús puede haber sido el golpe de manivela que arrancó el motor que te sigue haciendo funcionar con tanto “seny”.
Por cierto, en Nueva York, cruzando el Eastriver, no pude evitar acordarme de ti. Aunque últimamente ando muy fuera de juego, no olvido a la gente que aprecio y estimo.
Un abrazo
Vaya si no, Jesús no estaba equivocado. Líder no se es por mano dura, sino por el poder de imán y convencimiento. Un abrazo.
Me ha gustado mucho, Ramón, por lo que cuentas y por cómo lo cuentas.
Aparte de sentirme identificada contigo, pues también fui tímida y bastante solitaria, me has hecho meditar en lo desamparados que somos siempre, en lo fácil que es sentirnos desplazados. Todos arrastramos un poco a ese adolescente a cuestas y seguimos lidiando en la madurez con los reconocimientos y los apartamientos. Esto de ser seres sociales nos complica un poco a los solitarios, pero está claro que no somos sin los otros.
Entrañable, amigo, y para mí, emocionante.
Un abrazo.
Vaya, una historia para reflexionar, lo primero que me he preguntado es ¿por qué te eligió?, yo creo que se el motivo, no te lo explico pero quedate con la idea de que es positivo…Jesús era un lider con carisma,¿ un macho alfa también?…No se, algún dia me explicaras mejor esta historia, has hecho que me quedará con muchas preguntas…
Yo soy sociable ya lo era de pequeña, pero no una lider, aunque me gustaba controlar las situaciones…pero eso es otro tema…
Petons
Quina sort que en Jesús apareguès a la teva adolescència! A mi no em va aparèixer cap “Jesús” fins passada la trentena i, de vegades, encara em sento com quan era jove 😦
Una abraçada, Ramón!
¿Quién te decía que no tuvieras algo especial? Seguro que Jesús lo descubrió antes que tu, un saludo, me gusta este tipo de entradas.
Hola Ramón.
Verdaderamen coneixer quest noi, va ser desiciu per tu, al menys perque poguessis començar a valorarte.
M´agradat molt aqust escrit saps.
T´envio una abraçada desde Valencia, Montserrat
Me has hecho recordar también mi momento. Imaginate un grupo de frikis, dos chicos y dos chicas poco agraciadas, una de ellas era yo, la otra era mi amiga, las dos con un montón de granos en la cara, un chico pequeño que parecía escapado de la guardaría, y otro con un montón de complejos tímido como él solo. Y nos hicimos amigos durante los dos años que estuvimos haciendo FP. Creo que una mañana en el recreo para desayunar cada uno estaba sólo en un rincón y esa mañana decidimos comer juntos. Después estudiabamos juntos, hicimos teatro, creamos un revista en el instituto, etc. Esos dos años fueron decisivos para cada uno de nosotros. El verano pasado quise que nos reunieramos después de 30 años y fue estupendo, hubo un momento en el que me pareció que el tiempo no pasó.
Un abrazo. (Me gustó la entrada)
Esa última frase…
Un abrazo 🙂
Personas entrañables que van marcando el camino a seguir.
Un abrazo.
Que valientes somos con quince años.
Un abrazo
Hiciste que me sintiese identificada con ese niño solitario, aunque yo no tengo muy claro si mi soledad era por mi manera de ser o por las circunstancias.Como tú también encontré la amistad, fue en la época del internado (de los 14 a los 19), nos tocó compartir dormitorio el primer año, llegamos a compartir todo, incluso algún noviete, yo me iba de vacaciones a su casa y ella venía a la mía. Los años nos alejaron un poco, pero nunca se enfrió nuestra amistad. A lo largo de los años hubo y hay otras amistades que también enriquecen mi vida pero Henar fue la primera amiga, “LA AMIGA”.
Me ha encantado, en el fondo, nos parecemos algo. Yo no soy una sombra del niño que fui. Tímido, sin liderazgo, dependiente… y por motivos y momentos, cambiaron las cosas. Me ha encantado, por todo lo que cuentas y por lo bien escrito que está.
Una infància rígida, plena de normes o que a un nen no se li valori o se li ignori o aïlli, pot representar que reporten els primers símptomes de timidesa, que quan sigui jove adolescent, es faran encara més patents i donaran “males passades”en les relacions socials.
La timidesa està directament relacionada amb el tema del tracte social.
El veritablement important que ha de treballar el caràcter tímid,és,amb control emocional, mitigar el sofriment, perquè si no se supera, segueix creant angoixa, desestabilitza i es perd qualitat de vida, se segueixen produint bloquejos que creen encara més temor afegit davant el contacte social…i tot un circulo viciós que cal tractar de trencar.
Descrius molt bé la necessitat en la ultima frase…” que jo mateix comencés a considerar-me algú digne de ser tingut en compte….”
En els diàlegs de les pel·lícules de Woody Allen (que m’encanta) hi ha signes a munts del caràcter tímid, que ell descriu molt bé en els seus personatges.
Em sembla un tema molt interessant.També vaig patir les seves conseqüències.
Molts petons
Qué relato tan emotivo, Ramón, y qué bien explicado. Ojalá yo hubiera tenido un Jesús cerca para vencer mi timidez y relacionarme con todos los demás compañeros de clase. Hace poco he tenido contacto, via mail, gracias a los blogs, con compañeros del colegio, yo recordaba prácticamente a todos, pero mi nombre les sonaba a bien pocos. Uno de ellos me decía que cómo era posible que no me conociera si creía conocerlos a todos, le contesté que yo era bastante invisible en aquella época. Me alegro de que tú dejaras de serlo con ayuda de Jesús, seguro que te cambió la vida.
Y cual de los doce discipulos eras tü?
La santa cena,la repartición de hostias (pitzas) la tentación, la llamada para religarte cuando dudabas,”Me gustaría que vinieras”
Creo Ramón que has hecho una buena parodía con este argumento.
La respuesta a tu silencio, tu soledad, ese amigo llamado Jesús que nos invita cada día, no a cenar,también al aperitivo y ha desayunar…
Pero creo que el mundo está demasiado saciado, demasiado confundido,desengañado .Creo que he vislumbrado a Jesús ,el verdadero,en tu sencilla narración,el Jesus revelde,humano,lider…pero nos lo han trucado, el que ahora nos venden vive opulosamente y abusa de nuestra amistad.
Siempre nos quedara Nazaret.
Un abrazo
Coneixent-te és fàcil entendre què va intuir el teu amic en tu: la sensibilitat unida a la intel·ligència no abunda.
Una història preciosa, Ramón, amb un final feliç. L’adolescència, penso que és una de les etapes més interessants i complicades. Són moments de transformacions i inseguretats constants, d’intentar trobar el nostre lloc a la societat i dins el grup, d’ autoafirmar- nos i/o sobreviure a un món emocional molt intens i desendreçat.
És cert que hi han petits detalls que ens canvien la vida, a qui no li ha passat? En el cas d’en Jesús, va saber veure en tu quelcom que era molt valuós per a ell i a la vegada es va convertir en un bon mirall en el qual tu mateix poder-te redescobrir. Al cap i a la fi, en Ramón no era aquella persona que creia que era, sinó aquella la qual podria arribar a ser. Aleshores va ser quan es va produir el canvi, o millor dit, l’intercanvi. Particular-ment el cor em diu que les dues vostres ànimes es van retrobar i es van reconèixer.
Un petonet
Yo pensaba que fuiste un adolescente “malote” 🙂
Me gustó mucho esta entrada y estoy contigo en que hay momentos decisivos que nos dejan “huella”.
Un beso fuerte.
Ah, de momento no voy a Barcelona pero… todo llegará
És curiosa la memòria, oi Ramon? No sabem per què però de cop el record apareix amb una claredat diàfana. Allò que havia estat amagat en el cervell surt a la superfície i no sabem què ho desencadena. Fins aleshores no havia tingut una importància aparent i de sobte descobrim que forma part d’un dels moments cabdals de la formació de la personalitat.
No només està tot per fer (o com a mínim cal tenir-ne l’esperança), sinó que el que ja hem fet encara no s’ha manifestat amb tota la intensitat.
Para que muchos amigos se vayan enterando de que tengo nuevo blog, publico, cada vez que aquí pongo una entrada, un aviso en El Far. Y algún amigo me escribe allí.
Felicitat, por ejemplo: “Me ha conmovido mucho tu historia Ramon! Creo y interpreto por tus palabras que eres una persona sensible, también lo percibí el día en que nos conocimos, todo y con eso, no hemos profundizado. A mi simplemente me gustas, me gustan tus comentarios y me gusta lo que escribes. Me gusta y me encanta que dejes plasmada en el blog esa inteligéncia que tienes y esa forma de ver las cosas tan sencillamente y que lo compartas. Pues eso, ya dice mucho de tu persona en si. Todos los jóvenes hemos y pasan experiencias y momentos en los que son decisivos, a veces se aprovecha el momento, otras no. Dicen que si no se aprovecha es que no es para ti, pues el momento no se pierde porque lo aprovecha otra persona. Yo lo creo. Un beso, y feliz verano.”
O Yraya: “Que bonito relato.
Los que hemos sufrido de timidez, digo sufrido porque ahora con la edad la vergüenza ha desaparecido casi, casi del todo.
Un abrazo”