No puedo ni quiero evitar hablar del rescate en mi blog. Del rescate y de la inmensa, descomunal mentira en la que estamos todos viviendo. Me he pasado meses esperando que no nos rescataran: pues bien, ya lo han hecho. Estoy preocupado. Mucho. Y mi preocupación va pareja a la rabia que siento. Rabia por muchos y diversos motivos. En primer lugar estoy enfadado con el sistema. Pero también con el gobierno, con un partido que niega el rescate, acepta el dinero que pagaremos todos y lleva luego a su presidente a ver un partido de fútbol a Polonia. Con un partido que, en plena tempestad, promueve las primas millonarias a los jugadores de la roja. Con el gobierno mucho, pero también con el PSOE que, tras bonitas palabras que a veces cometemos el error de creernos, en realidad juega al juego que nos ha llevado al desastre. Mi enfado es como el de la mayoría: no se acota en unos, al contrario, no ha hecho más que crecer, en intensidad y en proyección, en estos últimos tiempos.

Ha llegado el rescate, se le llame como se le llame. Alemania y la UE nos tienen bien sujetos, y no dudo que se aprovecharán de nosotros sin ninguna piedad. Ni dudo tampoco de que los llamados hombres de negro camparán pronto a sus anchas por el país. Aunque parezca una contradicción, espero que sí. Espero que los hombres de negro vengan a controlar el dinero que ellos mismos nos han prestado. Recordemos que si los bancos no devuelven ese dinero deberemos hacerlo nosotros. Me fío tan poco de España, tan poco, que sinceramente prefiero que sean los alemanes quienes controlen que ese dinero se devuelva, que controlen que ningún español espabilado se lo mete en el bolsillo, como han venido haciendo muchos durante tanto tiempo.

Como los blogs y foros diversos, también las paredes recogen los gritos de tantos. La siguiente es una muestra parcial de cosas que pensamos muchos. Es importante saberlo: todos los espacios son espacios para la queja.














Y la pintada más descorazonadora de todas, la que nos recuerda que Orwell tenía razón.