urnaTras una semana bastante intensa (exámenes, corrección, actividades, compromisos…) por fin puedo sentarme a comentar el resultado de las elecciones del pasado domingo en Catalunya. Dediqué un post al tema el día 20 de noviembre, es decir, cinco días antes de ir a votar. Y compruebo ahora que no iba tan desencaminado en mi análisis. Escribí, por ejemplo: “el número de diputados catalanistas quedará aproximadamente igual a como está ahora (CIU 62 + ERC 10 + IC 10 + SI 4 = 86 de 135 en la actualidad). Diputados arriba o diputados abajo, creo que las cosas y los tantos por ciento se mantendrán más o menos. Y, sobre todo, no tanto el número de diputados, que eso con la ley electoral que tenemos siempre es engañoso, sino el número de votos directos”. Hoy, ya sabemos que el resultado ha sido CIU 50 + ERC 21 + IC 13 + CUP 3 = 87. Acierto, pues, en los diputados.

En los votos no. A causa de la mayor participación han aumentado tanto los catalanistas como los españolistas. El independentismo o la búsqueda de soluciones alternativas respecto a la relación con España, en su conjunto, sigue siendo la opción mayoritaria. Lo que seguramente ha ocurrido es que los catalanes hemos optado por un tutelaje compartido de la voluntad secesionista. En definitiva, los 72 diputados de CIU + ERC se mantienen casi iguales (de 72 a 71). Quien creyó al día siguiente de las elecciones que el proceso estaba hundido por falta de apoyo se equivocó radicalmente. Si está hundido, en caso de que lo esté, no es por falta de apoyo sino por la dispersión. Ya en mi texto del día 20 escribí: “Al catalanismo político le pierde lo mismo que le pierde a la izquierda: la dispersión del voto.”

En aquel post escribí también sobre algo que se detectaba en el ambiente: la irrupción de las CUP. Se veía venir, porque algunos amigos me comentaron que estaban considerando su voto en esa dirección. Es un partido asambleario que cae bien, y con unas apuestas seguramente necesarias. Pero, digámoslo todo, marginal, minoritario, de esos partidos que nunca son apuesta de gobierno. No sé, puede que me equivoque en esta apreciación, pero no lo creo.

La cosa ahora parece bastante clara: un pacto directo o indirecto de CIU y ERC. No voy a mentir: me gustaría. No porque tenga la seguridad de que vaya a salir bien (¿quién puede tener una seguridad semejante tratándose de políticos?). Además siento que es lo que desea la mayoría de catalanes. No es la primera vez que ambos partidos se necesitan el uno al otro: ya en 1980, muchos años después en 2003 (aunque entonces Carod optó por hacer president a Maragall), en 2006 (cuando Carod optó por Montilla)…  Es como si los catalanes hubiesen estado forzando ese acuerdo casi imposible desde siempre. Creo que ahora no va a quedar otro remedio. Y espero que, por fin, sea para bien. Debo decir, si se me permite, que Oriol Junqueras es un tipo que me merece mucha credibilidad.

Varios apuntes. Los 90.000 votos que ha perdido CIU no son una sangría (conserva más de 1.100.000). ERC no ha ganado 90.000, que sería lo fácil, sino aproximadamente 250.000. Y finalmente otro apunte más: el de que la España centralista (PP + Ciutadans) suma sólo 28 diputados del total. Tras las elecciones queda, pues, una certeza. Una certeza que la prensa internacional ha sabido transmitir (obviamente la española no): la de que la mayoría de catalanes estamos por un cambio, por dar un paso hacia adelante. La de que los catalanes nos sentimos mal en esta España actual.

Cuando Madrid cree que ya ha acabado con el problema catalán este vuelve a resurgir en menos de un mes. Cuando una CIU no muy reivindicativa perdió en 2003, llegó el tripartito y España tembló. Cuando perdió el tripartito, los españoles recibieron a Mas felices de la vida, sin sospechar que ya el día de su juramento prometió lo que ahora tanto se ha recordado, la llamada “transició nacional”. Y mientras el domingo pasado ya lo estaban enterrando, es muy posible que acabe asomando de la mano de la bestia de todos los males: ERC. ¿Y si el problema catalán no fuera en realidad un problema? ¿Y si fuera una solución que todos se empeñan en negar?