El domingo próximo votamos en Catalunya. Y yo creo que el número de diputados catalanistas quedará aproximadamente igual a como está ahora (CIU 62 + ERC 10 + IC 10 + SI 4 = 86 de 135 en la actualidad, el 63,7% del arco parlamentario). Diputados arriba o diputados abajo, creo que las cosas y los tantos por ciento se mantendrán más o menos. Y, sobre todo, no tanto el número de diputados, que eso con la ley electoral que tenemos siempre es engañoso, sino el número de votos directos. ¿No ha cambiado nada, entonces? Bueno, ha cambiado todo. Ha cambiado lo que se conoce como centralidad política. Han cambiado los debates. Pero, sobre todo, una gran parte de los catalanistas se ha decantado por la independencia. Es decir, yo no creo que el número de catalanistas sea mayor ahora que hace dos años. Lo que creo es que esos catalanistas quieren otra cosa.

Al catalanismo político le pierde lo mismo que le pierde a la izquierda: la dispersión del voto. Esto, que es negativo en el momento de tejer una mayoría sólida, es bueno, porque es fiel reflejo de una sociedad plural. El pasado domingo hubo un debate (récord de audiencia, por cierto) en que se juntaron siete partidos con representación alrededor de una mesa. Sin pluralidad no merece la pena iniciar ninguna aventura.

Debido a esta dispersión no creo que CIU saque mayoría absoluta. Si hace dos años los únicos partidos claramente independentistas fueron ERC y SI, ahora deberemos sumarle CIU, que supone el grueso del Parlament.

Pero esos tres partidos (CIU, ERC y SI) más IC, que sin ser propiamente independentista tiene muchos simpatizantes a favor, no son los únicos en que se puede refugiar el voto independentista: tenemos un quinto grupo. Se trata (recordad ese nombre) de las CUP (Candidatura d’Unitat Popular), un partido que no sólo ha dado su apoyo al movimiento de los indignados en Catalunya sino que lo ha nutrido. Las CUP no es un partido al uso que se haya aprovechado del movimiento indignado: las CUP son los indignados, ellos mismos. Y a la vez es también responsable del crecimiento del sentimiento independentista, ya que se vinculó y promovió las consultas populares que nos han llevado al panorama actual.

Tras una campaña tan asquerosa, en que se ha apelado constantemente al voto del miedo, en que se ha acusado sin pruebas (como si no hubiera bastantes argumentos para acusar de otras cosas con multitud de pruebas), en que se están utilizando todos los medios, sobre todo los más zafios, para que el independentismo no avance (¿por qué no prueban a usar un método en positivo, la ilusión por ser español por ejemplo?) no me queda más que pedir que por lo menos, aunque las elecciones no sean del todo libres si lo que está en juego no gusta al Estado, por lo menos se respete la decisión de la mayoría.

Música para acabar: Cal que neixin flors a cada instant, canción emblemática de Lluis Llach cedida por el autor para la campaña de ERC.

La fe no es esperar, la fe no es soñar. La fe es una penosa lucha por el hoy y por el mañana. La fe es trabajo, la fe es dar la mano. La fe no es vivir de los recuerdos. No esperemos el trigo sin haberlo sembrado. No esperemos que el árbol dé frutos sin podarlo. Debemos trabajarlo, regarlo, aunque los huesos nos duelan por el esfuerzo. No nos detengamos en el pasado que ya no existe. Una flor de hoy se marchita antes de llegar a mañana. Es preciso que nazcan flores a cada instante. Enterremos la noche y el miedo. Apartemos las nubes que esconden la luz. Debemos ver con claridad, el camino es largo, y no tenemos tiempo para equivocarnos. Debemos ir hacia adelante sin perder el paso. Es preciso regar la tierra con el sudor del duro trabajo. Es preciso que nazcan flores a cada instante. (Ll. Llach)