A veces un clavel (o una margarita, o una flor sencilla) es la más hermosa de las flores. No se precisan grandes realidades, ni sofisticaciones, para quedarse mirando a lo lejos (o a los ojos) y dar las gracias, o pensar sólo que uno es afortunado. Y dar las gracias por tanto en tan poco.

Tinc un clavell per a tu… / Au, vinga amunt, amunt, / obre els teus ulls i amunt / puja a la barca / amb el teu bagatge / i recorda que la vida és teva. / I recorda fer la vida teva.

(Tengo un clavel para ti. Venga, levántate, sube, abre los ojos y sube. Súbete a la barca con tu bagaje y recuerda que LA VIDA ES TUYA. Y recuerda VIVIR TU VIDA.)

El motivo de este post no es otro que recordarnos esas pequeñas grandes verdades que nos importan a quienes no medimos la vida por el número de ceros a la derecha. A veces, una bonita canción nos ayuda, lo mismo que un poema.

(Esta ausencia de dias en los blogs de los amigos, y tambien la falta de acentos en estas cursivas, es debida a que escribo ahora desde Roma, lugar al que llegue el sabado, en mi primera parada de estas vacaciones. Queda topico, seguro, pero esta bien lo de mandar saludos desde la ciutad eterna. Me gusta hacerlo con la cancion de Lluis, desde la ignorancia de llevar dias sin seguir las noticias y con este mensaje de positividad que intuyo tan necesario. Hasta pronto)