Quienes me conocen saben que me interesa mucho la arquitectura. No solamente la arquitectura antigua, histórica, clásica, sino también la contemporánea. Por eso me gusta buscar los edificios emblemáticos, antiguos o modernos, en las ciudades que visito y también en la mía. Cuando estoy ante ellos unos me gustan más y otros me gustan menos, como es natural, y mi observación no es profesional, por supuesto, sino meramente estética.

En Barcelona se levantó hace unos pocos años el Edificio de Gas Natural, llamado así pues lo ocupan las oficinas de esta empresa. Un pequeño rascacielos formado por dos edificios independientes conectados por un puente, que combina rectas y curvas, y que tiene una parte del mismo que sobresale en voladizo, sin columnas que lo sustenten. Su autor fue el arquitecto catalán Enric Miralles.

Es un edificio que tras la inauguración tuvo que ser desalojado por estar enfermo (sic) y provocar Lipoatrofia semicircular (Síndrome del Edificio enfermo). Parece ser que esos problemas ya se han solucionado.

El edificio de Gas Natural fue un proyecto de EMBT, el estudio que Enric Miralles montó con su esposa, la también arquitecta Benedetta Tagliabue. Tras la muerte de Miralles su viuda continuó adelante con el estudio.